Desde este jueves, la directora de un salón de masajes parisino y su hija comparecen ante el Tribunal Penal de París por trata de personas y trabajo oculto. El pasado mes de marzo, dos empleadas en situación irregular “presentaron una denuncia por acoso por parte de su empleador, tras su negativa a realizar masajes de carácter sexual”, explicó a la AFP una fuente judicial.
Uno de ellos afirmó que el dueño de este salón el día 11mi El distrito “alentaba a sus empleados a ejercer la prostitución en beneficio de clientes habituales, indicados como tales en un expediente de cliente, y reprimió a los recalcitrantes reteniendo sus salarios”, continúa esta misma fuente. Durante sus audiencias, señalaron “la vigilancia constante de su jefa vía vídeo, e instrucciones telefónicas según su estado de ánimo”. También denunciaron “condiciones de trabajo indignas” durante más de cinco años: “las víctimas trabajaron todo el día, de lunes a viernes, sábado y a veces domingo, con pocas o ninguna licencia, con jornadas excesivas”, por un total de unas 200 horas mensuales. Los dos empleados indicaron que “les pagaban unos cinco euros la hora”.
La madre ya sentenciada en 2015
Sus entrevistas fueron corroboradas por otros tres empleados. Los cinco denunciaron “castigos” cuando no cumplían las “órdenes” de su superior, calificado de “insensibles” y “culpables”, recordó el presidente del tribunal. La gerente Nannapt R. y su hija Thanrawee R., ambas nacidas en Tailandia, también están acusadas de haber impuesto “condiciones de alojamiento indignas”, “en el lugar de trabajo, en el que la cama está en el suelo o sobre una camilla de masaje”, precisó otra fuente judicial. “En la casa personal del gerente, tres habitaciones cerradas con cerradura estaban destinadas a alojar a los empleados a cambio de una tarifa. Al parecer, también ofrecían débitos directos ficticios contra pago. »
También se presentan por el trabajo oculto de 25 personas, así como por el empleo de extranjeros sin permiso de trabajo. Los dos acusados se enfrentan a hasta 10 años de prisión y una multa de 1,5 millones de euros. El directivo ya había sido condenado en 2015 a dos años de prisión y una multa de 50.000 euros por hechos similares.












