‘RUN – The Athlete Refugee Team Story’ comparte la increíble e inspiradora historia del Athlete Refugee Team (ART), desde sus inicios formales a principios de 2017 hasta el estallido de la pandemia de Covid-19 el año pasado que detuvo, aunque temporalmente, su aparentemente imposible viaje hacia los Juegos Olímpicos de Tokio.
Tras tres años de realización y estrenado en 2020, el largometraje documental (93 minutos) del director Richard Bullock comienza con una introducción a algunos de los atletas refugiados seleccionados para competir en el Equipo Olímpico de Refugiados inaugural en Río, que entrenan en el campo de entrenamiento de la Fundación para la Paz Tegla Loroupe en Ngong, Kenia.
Conocemos a Loroupe, una pionera en carreras de distancia femenina reconocida ahora tanto por su desarrollo comunitario y sus esfuerzos por la paz como por sus logros en el deporte, quien se acercó a World Athletics y al COI con el concepto de equipo de refugiados y quien ayudó a seleccionar a los atletas de las competencias de prueba en el campamento de refugiados de Kakuma en el noreste de Kenia.
Y seguimos el viaje de los atletas después de ese innovador y simbólico debut en el escenario mundial en los Juegos de Río, cuando el programa cambió su enfoque hacia objetivos a más largo plazo a medida que se expande para incluir a refugiados radicados en otras áreas.
Pero al igual que los mejores documentales, la película alcanza su máxima expresión cuando comparte momentos personales que ilustran los desafíos y las decisiones difíciles que enfrentan los atletas, tanto dentro como fuera del entrenamiento y la competencia, y cuando muestra la importancia que los atletas le dan a representar a los millones sin rostro en todo el mundo que actualmente están desplazados en cantidades sin precedentes.
En su informe anual Tendencias Globales publicado a principios de esta semana, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, informó que casi 82,4 millones de personas vivían desplazadas de sus hogares a finales de 2020, un aumento adicional del cuatro por ciento además de los 79,5 millones ya récord a finales de 2019. El año pasado marcó el noveno año consecutivo de aumento ininterrumpido del desplazamiento forzado en todo el mundo y fue testigo de una duplicación del número de personas desplazadas en el mundo desde 2011, cuando el total fue poco menos de 40 millones.
Cuando los pospuestos Juegos Olímpicos de Tokio finalmente se celebren a finales de este verano, la participación del equipo (siete finalmente fueron elegidos para competir en atletismo) volverá a convertirse en una fuente de inspiración para esas decenas de millones, mientras que sus historias resonarán en millones más.
“Tratamos de transmitir un mensaje a través del deporte para que la gente reconozca que el refugiado, cualquier cosa que cualquier ser humano pueda hacer, los refugiados también lo pueden hacer”, dice Anjelina Nadai Lohalith, quien hará su segunda aparición olímpica en Tokio. “Una vez que se les dé la oportunidad”.
Bob Ramsak para el atletismo mundial